LEVÍTICO CAPITULO – 2

Jehová describe en este capítulo las ofrendas de oblación, que en hebreo significa “acercamiento”, marcando el objetivo que estas ofrendas presentaban en el hombre para con Dios. No eran ofrendas de animales, sino que consistía en el producto de la tierra, representación del fruto de sus labores. El israelita traía de lo cosechado por él y lo entregaba a Dios, reconociendo que aquella bendición vino de parte de El.

Habían tres clases de ofrendas: 1. Flor de harina no cocida (2.1) 2. Tortas de flor de harina (2.4) y 3. Primicias (espigas verdes y el grano desmenuzado tostado – 2.14). Un elemento era elemental en estas ofrendas: el incienso y el aceite. El incienso representa la oración (Salmos 141.2; Apocalipsis 8.3,4). Toda ofrenda debe ir acompañada de oración.

Debemos hacer notar tres cosas importantes en este capítulo: (1) Las ofrendas eran memorial a Dios (2.2), o sea, somos recuerdo para con Dios. Somos recordados delante de Su trono por las ofrendas aceptables. Hay varias formas en la que el cristiano puede ofrendar a Dios (Romano 12.1,2; Filipenses 4.14 – 18). (2) La ofrenda debía ser sin levadura ni miel. Eran elementos que causan la fermentación y son consideradas por lo general símbolos bíblicos de la corrupción (Lucas 12.1; Mateo 16.5 – 12; 1ª Corintios 5.6 – 8). Existían ofrendas que tenían levadura (Levítico 7.13), aunque estas nunca eran ofrecidas en el altar (Exodo 34.25; Levítico 23.17,18). Las ofrendas debían ser cubridas con sal, la cual hace que los elementos no fermentes, y es sinónimo de incorrupción. Nosotros somos la “sal del mundo” (Mateo 5.13), ya que promovemos la vida y evitamos la corrupción y la muerte en las personas. Cuando la ofrenda llevaba sal, se le llamaba sal del pacto (2.13), lo que simboliza un pacto perpetuo (Números 18.19; 2ª Crónicas 13.5).

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Por: Jeff Michell (Tomado del sitio web)